Velmont murió como un don nadie. Reencarnó como un hijo olvidado.
Marcado por la traición de su propia sangre, renace con una supermemoria que no perdona, y con un solo objetivo: construir, desde las ruinas de su linaje, un imperio que no se vea… pero que lo controle todo.
A la sombra de los reinos y academias, recluta piezas, moldea identidades, y enfrenta amenazas invisibles con una calma aterradora.
Él no busca tronos.
Él los quiebra en silencio.
“Ya no soy una sombra. Yo controlo las sombras.”
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